El meteorito que eliminó a los dinosaurios también hizo que los tomates sean rojos
Los dinosaurios y los tomates no podrían ser más diferentes, pero gracias a una nueva investigación se ha detectado que ambos fueron afectados por la lluvia de meteoritos que azotó el planeta Tierra hace 60 millones de años.
Tras el reciente análisis a un genoma del tomate, el color rojo de la planta ha sido relacionado con los eventos que llevaron a la aniquilación de los dinosaurios.
Las estresantes condiciones creadas por el impacto de los meteoritos, forzaron a los tomates ancestrales a readaptarse para poder sobrevivir, y el producto final son los tomates que tenemos hoy en día.
Además de esto, se ha visto que las plantas de tomates antiguas eran tres veces más pequeñas que las actuales.
Flatulencias de dinosaurios contribuían con el calentamiento global
Exacto. Hace 150 millones de años atrás, los dinosaurios reinaban el planeta Tierra y la temperatura promedio era de unos 18 grados más.
Según un estudio reciente, las flatulencias de dinosaurios provocaban la liberación a la atmósfera de 520 millones de toneladas de metano al año, lo cual era una gran contribución al calentamiento global.
Un equipo de científicos estudió las flatulencias de las vacas, y basándose en los tamaños de ella y de los dinosaurios, se llegó a estimar que estos últimos producían más de 500 millones de toneladas de metano anualmente.
Las vacas por su parte, tiene una producción de 50-100 millones de toneladas anualmente, lo cual es un número más de 5 veces menor al de los viejos pobladores del planeta.
Sin dudas un estudio bastante curioso que nos indica que los dinosaurios no simpatizaban mucho con la ecología.
El cocodrilo mas grande que haya existido
Unos investigadores que estaban realizando una búsqueda en Túnez, hallaron un cráneo de 1,5 metros de largo. El mismo, ha llevado a la identificación de lo que podría significar una nueva especie de cocodrilo de la cuál nunca antes se pudo obtener registro, el cocodrilo más grande que nunca surcó los mares, con unos 11 metros de longitud.
Los Machimosaurus, eran más grande que cualquier otra especie de cocodrilo conocido sobre la superficie de los océanos de la era de los dinosaurios. Los Machimosaurus tenían dientes con forma de bala que encajaban entre las mandíbulas, y que se cree utilizaba para aplastar los caparazones de tortugas marinas.»
Estos dientes no eran para el corte o la perforación de carne, sino para la trituración de huesos», explica Tetsuto Miyashita, estudiante de la Universidad de Alberta y miembro del equipo que participó en el hallazgo arqueológico.
Machimosaurus Rex no sólo fue el más grande, sino también el último de su especie ancestral. Sus parientes más cercanos vivieron hace más de 30 millones de años, en el mar donde ahora se encuentra Inglaterra.
Los cocodrilos marinos, eran depredadores espléndidos, fuertes y muy agresivos durante el Período Jurásico, pero muchos de ellos se extinguieron cuando estos hábitats se perdieron en toda la Europa actual. La especie Machimosaurus Rex, pudo sobrevivir en el restante hábitat del mar poco profundo en el norte de África.
A pesar de que el hábitat natural de los Machimosaurus eran las aguas poco profundas, las características corporales que se conocen pudieran tener los individuos de esta especie, podían hacer que estos se sumergieran sin presentar mucha dificultad.
Basándose en las articulaciones de las vértebras, se considera que los Machimosaurus vivían en mares abiertos, nadando con ondulaciones laterales, de manera que utilizaba su cola para el desplazamiento como impulso, mientras que sus patas le servían para dirigirse y balancear su cuerpo.
Las depresiones musculares de la cabeza y el cuello, específicamente para los movimientos descendentes, debieron haber estado bien desarrolladas, y su sitio de acoplamiento en el cráneo era bastante amplio.
Algunos análisis que se han llevado a cabo sobre la especie, han llevado a los investigadores a concentrarse sobre la parte craneana del Machimosaurus. Las investigaciones concuerdan que la mandíbula de este espécimen, estaba diseñada para triturar huesos.
Por lo tanto, varios científicos que participaron del hallazgo sugieren con rotundidad que esta especie basaba su dieta regularmente con tortugas. Además, algunas comparaciones morfológicas de sus dientes también confirman que se encontraban adaptados para capturar y destrozar presas duras.