Decepción e impotencia. Esas son dos de las muchas sensaciones que nos genera el ver la acción destructora del hombre sobre el planeta. Es que muchas veces resulta difícil ser optimista con respecto al futuro de la Tierra. Pero siempre hay una luz al final del camino. Distintos ilustradores, fotógrafos y pintores alrededor del mundo ponen manos a la obra para crear una realidad más amigable con el medioambiente y, sobre todo, una mayor consciencia. Utilizan sus creaciones como para expresar el efecto que sufre el planeta debido al cambio climático. en este sentido, sus obras de arte son una manera tangible de colocar la atención sobre una problemática medioambiental y, en definitiva, representan una forma poderosa de activismo.
Una progresión natural
El uso del arte como una forma de denunciar el daño que genera el hombre en la naturaleza no constituye una novedad en sí. A principios del siglo XX Ansel Adams fotografió paisajes del oeste de Estados Unidos en blanco y negro con el fin de promover la preservación de esa zona. Incluso publicó un libro “Sierra Nevada: The John Muir Trail” gracias al cual, muchos argumentan, se logró establecer como parque nacional el Cañón Kings en California.
Este fue un puntapié inicial para que en la década del 60 se lanzara el Movimiento Artístico por la Tierra (Land Art Movement). Los artistas que participaban de este movimiento se inspiraban de estructuras o monumentos antiguos como Stonehenge para marcar paisajes naturales con agua, arena y agua. Este tipo de trabajos buscaban resaltar la fragilidad y la fluidez de la naturaleza y también probar que una obra no tiene porqué estar confinada a una galería de arte.
La vida imita el arte
Este tipo de movimientos artísticos marcaron el camino para la escena artístico-medioambiental actual: una muestra de solidaridad, creatividad y dinamismo. Hoy día la transformación ha llegado incluso a las aulas de las universidad. En sus currículas, muchas facultades ofrecen grados en arte medioambiental y brindan conferencias sobre la forma en que la cultura, el arte, el ambientalismo y la psicología puede inspirar un cambio eficaz y duradero.
Según la Dra. Lucy Spelman, especialista en medicina zoológica y profesora de la Escuela de Diseño de Rhode Island, el enfoque interdisciplinario viene dándose hace tiempo y genera cambios en la realidad de las comunidades. “Tenemos que encontrar un método real, científico y significativo que conecte la gente con el medio ambiente”. Uno de sus emprendimientos, llamado Creature Conserve, le brinda a los alumnos estrategias para colaborar junto con algunos científicos y así minimizar la brecha que existe entre las personas a pie, el mundo de la ciencia y el mundo del arte.
También en Nueva York surgen este tipo de iniciativas. Amy Howden-Chapman está creando un recurso para acercar la ciencia a otros artistas interesados en la temática ambiental. Amy se encarga de reunir en un compendio el léxico que se utiliza para referirse al arte y al cambio climático. Ella espera minimizar la brecha entre el ámbito científico y el artístico.
La ilustración no podía faltar
La ilustradora Chloe Bulpin es otra de las artistas que se ha involucrado en la problemática medioambiental. Ella se dedica a denunciar, por medio de sus trabajos, la extinción de numerosos animales en el planeta. Para ello, viajó a Guyanas y formuló una campaña con posters y libros que muestran con imágenes este tipo de problemas con el fin de producir entusiasmo en los locales y de inspirarlos para que generen sus propios proyectos turístico-naturales.
Estas piezas de arte son una de las mejores armas que tiene el arte para participar en la concientización sobre el cambio climático y sus devastadores efectos. Cada creación destila información compleja y una imagen convincente e impactante. Por supuesto, no podemos desdeñar el poder de las palabras y de los textos que tratan sobre esta problemática. Sin embargo, resulta necesario destacar (también) la potencia que tienen este tipo de expresiones artística y el impacto que generan en la sociedad.