Un nuevo estudio realizado en Holanda sugiere que las granjas eólicas ubicadas costa afuera pueden resultar beneficiosas para la vida salvaje.
La creencia común es que las turbinas son peligrosas para las aves, pero el estudio revela que el impacto negativo es mínimo. Pero hay más: las turbinas también ofrecen amparo a ciertas especie que viven bajo el agua.
Mejillones, anémonas y cangrejos son quienes se benefician de la presencia de las granjas eólicas, aumentando así la biodiversidad del lugar.
El estudio comprobó además que si bien muchas aves evitan las turbinas, otras han estado viviendo en la zona y su población ha aumentado. Otro detalle interesante es que los aparatos también sirven de refugio a las escuelas de bacalaos.